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Acción poética semanal: Pedro Salinas


Pedro Salinas pertenece a la generación del 27, junto a otros grandes Autores como Federico García Lorca, Miguel Hernandez, Jorge Guillen, Rafael Alberti… Hoy traemos el poema Ayer te besé en los labios que pertenece a La voz a ti debida (1933), obra que junto a Razón de amor y Largo lamento, constituye una trilogía poética dedicada a Katherine R. Whitmore, el gran amor de su vida.

Este poema no nos habla del beso en sí, del hecho físico del beso, sino del hecho trascendental a la que nos transporta el beso y como solo su ejecución consigue hacer estremecer al autor. Salinas nos cuenta el recuerdo que le queda de ese beso («Ayer te besé en los labios», « ¿adónde se me ha escapado?», «en el beso que te di ayer») y como siente aún ese sentimiento estremecedor del beso.

Se nos presentan dos tiempos («Ayer» y «Hoy») en los cuales podemos poner ese beso en dos planos contrapuestos, por un lado del acto intrínseco del beso, el acto carnal y fugaz que se convierte en recuerdo de una manera casi inmediata como nos lo cuenta en los versos 6 a 10 («el tiempo después de dártelo no lo quise para nada ya», «ese beso duró sólo un segundo, un tiempo corto como un relámpago») Para Salinas es mucho más importante el recuerdo de ese beso. («Todo se empezó y acabó en ese beso»).

En la segunda parte del poema el autor describe el beso que da a su amada hoy y eso lo convierte en el acto etéreo del hoy y del ahora, hace de ese ósculo un momento transcendental, transformándolo en algo más allá del elemento carnal ya que el beso que da hoy es diferente porque ya está sólo porque ella se había escapado. Ya este beso es diferente porque es para siempre, se convierte en un beso ideal que va aquí para siempre, porque «Te estoy besando más lejos».

Ayer te besé en los labios.

Te besé en los labios. Densos,

rojos. Fue un beso tan corto

que duró más que un relámpago,

que un milagro, más.

El tiempo

después de dártelo

no lo quise para nada

ya, para nada

lo había querido antes.

Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso;

estoy solo con mis labios.

Los pongo

no en tu boca, no, ya no

-¿adónde se me ha escapado?-.

Los pongo

en el beso que te di

ayer, en las bocas juntas

del beso que se besaron.

Y dura este beso más

que el silencio, que la luz.

Porque ya no es una carne

ni una boca lo que beso,

que se escapa, que me huye.

No.

Te estoy besando más lejos.

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